Flautas de la mitología griega y romana

Por Isabel Serra Bargalló, flautista y licenciada en Historia del Arte por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona

Flautista (detalle del “Trono Ludovisi”), c. 460-450 aC, Roma, Museo Nacional.

De la misma manera que la música en la antigua Grecia estaba estrechamente ligada a la poesía, son numerosos los relatos míticos greco-romanos que nos presentan historias y personajes vinculados a la música. Los mitos son un elemento importante e insustituible a la hora de penetrar en el mundo musical de la Antigüedad y nos ayudan a comprender la función primaria que la música desarrollaba en esa época.

En este artículo, hablaré de la invención de la flauta por Atenea, de su adopción por Marsias y de la continuación de la tradición a través de su hijo Olimpo. También de Dionisio, quien fue el instrumentista de viento por excelencia de la tradición griega, con toda la parafernalia estético-musical que comporta. Otro grupo importante de flautistas que aparecerán son los que se congregan alrededor del dios Pan –inventor de la siringa- y que como Sileno, Dafnis y Cloe, se relacionan con el mundo pastoril. Sobre esta estructura básica se incorporan, continuando o intercalándose en la tradición, personajes secundarios: Eumolpos, Harmónides, Títiros y Terambos.

Hay seguramente muchos otros momentos en los que las flautas hacen aparición puntual en la obra clásica. Este es, en todo caso, un inicio y punto de partida para futuras ampliaciones.

Las flautas

Diaulós

El instrumento de viento más popular y extendido en la antigua Grecia fue el aulós, uno de los predecesores de la familia del oboe, inventado míticamente por Atenea y adoptado por Marsias. También fue el instrumento preferido de Dionisio. También se tocaba por parejas, y entonces se llamaba diaulós.

Siringa o flauta de Pan

La syrinx o flauta de Pan estaba construida con tubos de diferentes tamaños unidos entre sí. Cada uno de estos tubos, hasta doce o catorce, cerrados por un extremo con cera, estaba abierto por el otro lado sin ningún tipo de embocadura. Cada tubo daba lugar a una nota diferente cuando se soplaba en él. El sonido se producía de manera parecida en los instrumentos precursores de la familia de la flauta travesera como el photinx, hecho de madera y de origen egipcio o el tityros, flauta de pastor construida con una caña o un junco. Mientras que la siringa se atribuyó a Pan, fue Sileno, su hijo, el inventor de las flautas de un solo tubo con agujeros longitudinales para la embocadura y para los dedos.

La invención de la flauta por Atenea (1)

Según la tradición, Aristóteles atribuye a la propia Atenea la invención de la flauta y explica lo siguiente:

Se dice que Atenea, después de haberla inventado, la lanzó lejos de sí. Tal vez no nos equivocamos diciendo que hizo tal gesto por despecho, ya que tocar la flauta le deformaba el semblante; a pesar de que resulte más acertado pensar que ella quisiese dar a entender con su gesto que el estudio de la flauta no tenía ninguna eficacia pedagógica sobre la inteligencia. Por algo sería, pues atribuimos a Atenea las ciencias y las artes. (2)

Busto de Atenea Lemnia. Copia romana de un original atribuído a Fidias de c. 440 aC. Bolonia, Museo Cívico.

Efectivamente, la creencia generalizada en Atenas era que la flauta había sido creada por Atenea, pero que esta, reflejándose mientras tocaba en las aguas de un riachuelo y viendo cómo se le deformaban las mejillas, la rechazó y la lanzó bien lejos.

Una variante de la leyenda pretendía que la diosa había fabricado la primera flauta con huesos de ciervo durante un banquete en la mansión de los dioses y que Hera y Afrodita, cuando la vieron soplar, se mofaron de la forma que adoptaba su cara al tocar. Atenea se fue rápidamente a Frigia para mirarse en un río y se dio cuenta que las dos divinidades tenían razón, abandonando la flauta definitivamente. (3)

También Píndaro (4) menciona la mítica invención de la flauta por Atenea, quien imitó con su sonido el lamento de las dos gorgonas Estenos y Auríala, cuando Perseo cortó la cabeza de la tercera de las hermanas, Medusa. La melodía que Atenea tocó fue llamada “la de las cien cabezas” y fue transmitida a Perseo y a los hombres para que se escuchara en flautas de caña y de bronce.

Marsias y Olimpo

Marsias (detalle). Copia romana de un bronce de Mirón de mediados del s. V aC. Roma, Museos Vaticanos.

Según Aristóteles el sátiro Marsias (5) recogió y adoptó la flauta lanzada por Atenea y acabó convirtiéndose en un gran maestro de este instrumento. Su leyenda se sitúa en Frigia y se le atribuye la invención de la flauta de doble tubo o diaulós. Retó a Apolo a una competición musical (6) después de la cual, vencido, quedaría sometido por su rival. Apolo, después de vencerlo con su lira, lo ató a un árbol y lo desolló vivo (7).

Platón dice de Marsias en El Banquete:

Se servía de instrumentos para fascinar a los hombres con el embrujo que emanaba de su boca, y todavía hoy puede fascinar a quien entone con la flauta sus melodías (…). Sus melodías, las interprete un flautista hábil o un mal intérprete, por sí solas, por el carácter divino que poseen, conducen las almas hasta el delirio y permiten descubrir cuáles de ellos tienen necesidad de los dioses y de ser iniciados.

Olimpo fue un flautista célebre que, según las fuentes, pasó por ser el padre o (con más frecuencia) el hijo y discípulo de Marsias. Cuando Marsias fue muerto por Apolo, Olimpo lo enterró y lo lloró.

Dionisio y la aulética

Dionisio es el dios de la embriaguez y el frenesí. Dirige los coros de las bacantes y celebra con su flauta (8) la alegría de la Naturaleza. Se diferencia de Orfeo en que este lleva siempre una lira, mientras que Dionisio es representado siempre como flautista (9).

Hijo de Zeus y de Sémele, Dionisio llegó a Tebas acompañado de las bacantes para reivindicar su carácter divino. Penteo, rey de la ciudad, se negó a aceptar sus prácticas y a ofrecerle culto sin hacer caso del adivino Tiresias, que le advertía de la peligrosidad de su actitud. Dionisio, cuando se ve rechazado, destruye la ciudad y el templo de Tebas y se lleva a las montañas a las bacantes y a las mujeres de la ciudad, poseídas. Penteo se deja tentar por Cadmo y Tiresias, que le hacen creer que vistiéndose de mujer podrá espiar los ritos orgiásticos de Dionisio. Disfrazado, Penteo va a las montañas, donde las mujeres lo toman por un animal salvaje, lo matan y despedazan. Ágave, madre de Penteo y participante en el asesinato, entra triunfante en Tebas con la cabeza de su hijo, sin ser consciente de la aberración que ha cometido. La ciudad de Tebas, cuando se da cuenta de la muerte del rey, reconoce unánimemente a Dionisio como dios. (10)

Dionisio

Dionisio. Cerámica de figuras rojas. Munich, colección de antigüedades del Estado.

Dionisio utilizaba frecuentemente la flauta, pero destaca la ocasión en que, mediante el sonido de este instrumento, convirtió los remos de la barca de los piratas tirrenos que lo querían vender como esclavo en serpientes y a éstos en delfines. (11)

Se dice que el culto a Dionisio fue el origen primero de la Tragedia, unificadora de la poesía, la música y la danza. Mientras se sacrificaba un cabrito sobre el altar de Dionisio, el sacerdote narraba cantando la leyenda de este dios. Esta narración cantada, llamada ditirambo, evolucionó hasta perder su relación inicial con el culto a Dionisio y se convirtió simplemente en una acción dialogada entre un personaje y un coro sobre un hecho legendario.

Algunas versiones del mito de Dionisio afirman que Hermes, cuando lo recogió del muslo de Zeus, lo llevó con los sátiros y los silenos para que lo cuidaran. La relación entre Hermes y Dionisio era muy importante. Dionisio se relaciona con Sileno, sátiro viejo de quien recibió enseñanzas.

Pan y la siringa

Pan, la divinidad pastoral por excelencia, no aparece en Homero o en Hesíodo, pero está muy presente en la vida religiosa de los griegos a partir del s. VI aC. Hijo de una unión lasciva entre Hermes (12) y la ninfa Penélope, era un personaje mitad hombre, mitad cabra, que tomaba parte en las orgias de las ninfas de las montañas. Pan habitaba cerca del monte Cileno, en Arcadia (13). A partir del s. IV aC Pan entrará a formar parte del ciclo de Dionisio y hará la función de “servidor” de este dios, poseyendo todas sus sacerdotisas, las ménades (14), borrachas.

Grupo de Afrodita y Pan. Museo Nacional de Atenas.

Aunque los griegos invocaban a Pan para que hiciese crecer los rebaños y para que los cuidase, casi nunca lo encontramos representado con un animal. El atributo por excelencia que, más que ningún otro, confiere a Pan su aspecto de pastor es la siringa. Ovidio nos explica el origen de la flauta de Pan o siringa en el Primer Libro de las Metamorfosis: Pan se enamora de una náyade llamada Siringe y un día comienza a perseguirla. Ella huye hasta que un río le impide escapar de Pan. Cuando éste está a punto de abrazarla, ella pide a las ninfas que la ayuden y queda convertida en una mata de cañas. Pan corta las cañas y las une para fabricar una flauta a la que dará el nombre de la muchacha.

En la Antigüedad pensaban que la música de la siringa ejercía una acción afrodisíaca benéfica para los animales, favoreciendo de esta manera el apareamiento. No es de extrañar que Pan representara el “demonio” del culto arcádico de la fertilidad. El sonido de la siringa favorecía también el buen pastoreo de los rebaños y prometía leche en abundancia.

Pan fue también el inventor mítico de otro instrumento de viento, un cuerno hecho con un caracol marino, el sonido del cual hizo que se extendiera el pánico (15) entre los titanes y que Zeus los pudiera vencer y establecer su realeza en el Olimpo. (16)

Los dioses olímpicos, aunque despreciaban a Pan por su simpleza y por su afición al alboroto, se aprovecharon, no obstante, de sus facultades. Así pues, Hermes, habiéndole copiado una flauta, se vanaglorió después de haberla inventado y consiguió vendérsela a Apolo.

Otras flautas primitivas: Sileno

Sileno, hijo de Pan y de una de las ninfas, fue el maestro que Hermes escogió para la educación de Dionisio. Contó con el don de la profecía, arte que se atribuyó también a su padre y se le reconoce como propia la invención de la flauta de diversos orificios. Como siempre estaba ebrio, llegó a convertirse en el bufón del Olimpo. Ovidio lo describe como “el viejo que, bebido, se apoya tambaleante en un bastón, y difícilmente se puede mantener sobre el arqueado lomo de un asno” (17). El mismo autor relaciona a la vez las prácticas musicales de Sileno con las de Orfeo y las de los ritos orgiásticos de Dionisio a través del episodio del rey Midas:

Tambaleándose a causa de los años y del vino, (Sileno) fue capturado por unos campesinos frigios que lo ataron con guirnaldas y lo llevaron en presencia del rey Midas, a quien el tracio Orfeo y el cecrópida Eumolpos habían iniciado en los ritos orgiásticos. (18)

Si la flauta se liga al culto de Dionisio, otros instrumentos de viento como la siringa o las flautas con orificios se emparentan con el mundo agrícola-pastoril. Contrariamente a Apolo, dios de la ciudad, Pan implica una conexión que guarda conexión con una civilización rural. Platón dice en La República que la lira y la cítara son instrumentos “útiles en la ciudad” mientras que “en el campo, para los pastores, iría bien una especie de siringa”. Por tanto acepta la tradición que admitía a Pan como una divinidad campesina y que dio lugar la tradición bucólica relativa a la literatura, con todo su aparato de retórica mitológica alrededor del mundo primitivo de pastores, faunos, ninfas y sátiros que veremos a continuación.

Las flautas y el mundo pastoral: Dafnis y Cloe

Longo de Lesbos, Dafnis y Cloe, ed. castellana, Alianza Editorial.

Dentro del mundo pastoral de Dionisio, Pan, las ninfas, los sátiros y los pastores se sitúa el argumento de la novela de Longo de Lesbos Dafnis y Cloe. Escrita durante la segunda mitad del s. II dC, es una de las cinco únicas novelas griegas de la Antigüedad que se han conservado. Aunque por la época en que fue escrita y por su carácter no podemos calificarla de mito, es interesante comentar algunos puntos de su argumento en referencia al papel de los instrumentos.

La historia se sitúa en la isla de Lesbos y explica el idilio entre un pastor de quince años, Dafnis, y la pastora Cloe, de doce, hasta el momento de su matrimonio. Durante todo el relato se hace referencia continua a diferentes instrumentos de viento. Por supuesto, tanto Dafnis como Cloe dominan perfectamente el arte de la siringa, que caracteriza a los de su oficio. Con su sonido controlan las cabras y ovejas, y dependiendo de la melodía éstas actúan de una forma o de otra:

Primero (Dafnis) sopló débilmente y las cabras se quedaron allí de pie, la cabeza levantada; después tocó el aire de pastar y las cabras bajaron la cabeza y se pusieron a hacerlo; otra vez tocó un aire melodioso y los animales yacieron de repente; tocó también una melodía estridente y ellas, como si un lobo se acercara, se refugiaron en la espesura; al cabo de poco hizo sonar el aire de la llamada y ellas salieron de donde estaban para ir corriendo cerca de él. (19)

La siringa es el instrumento de viento que más aparece en la novela, aunque también encontramos el aulós, tocado por pastores y ofrecido a las ninfas y a los dioses.

Las ocasiones en las que se mencionan a Dionisio y a Pan a lo largo de la historia de Dafnis y Cloe son numerosas. Los dos, a quien se atribuye la flauta y la siringa respectivamente, son considerados en la obra como divinidades ancestrales del campo y de los rebaños, a quien se ofrecen santuarios, estatuas, culto y presentes.

Otros flautistas: Eumolpos, Harmónides, Títiros y Terambos

Eumolpos, también conocido como Molpos, fue un flautista de la isla de Tenedos que testimonió falsamente contra Tenas. A raíz de este suceso, en Tenedos no se permitía el acceso de los flautistas al templo que había sido consagrado a Tenas (20). Según Ovidio un tal Eumolpos fue el encargado de iniciar con la flauta al rey Midas en los ritos orgiásticos de Dionisio.

Conocemos también la historia de Harmónides, un tibiscenes (21) que confesó que el único motivo por el cual quería llegar a ser flautista era su vanidad. Su profesor le dijo que tenía que prestar poca atención a los muchos que sabían silbar y esforzarse en conseguir la aprobación de los pocos que sabían juzgar. En el primer concurso Harmónides tocó tan nervioso, realizando tantas contorsiones y soplando con una fuerza tal para así conseguir popularidad, que de repente cayó muerto.

Títiros, de la mitología romana, se nos presenta “recostado (…) bajo la sombra de una ámplia haya ensayando pastoriles aires con tenue caramillo.” (22) Este personaje dio lugar a la flauta de pastor de un solo tubo de procedencia egipcia llamada tityros.

Otro flautista fue Terambos, pastor que tocaba el tityros y que poseía una melodiosa voz. Fue también el primer mortal que tocó la lira, instrumento de cuerda de origen divino.

Conclusión

Los flautistas que protagonizan los mitos musicales se relacionan: intercambian, adoptan o heredan instrumentos y transmiten sus conocimientos musicales de generación en generación o de maestro a discípulo. Así pues, Atenea inventará la flauta que recogerá y aprenderá a tocar Marsias, el continuador del cual será Olimpo. A través de Olimpo el arte de la flauta será transmitido a toda una serie de sátiros y silenos que se relacionan con el mundo de Dionisio. A Dionisio podemos llegar también a través de Hermes, directamente por la estrecha relación que une a los dos personajes o indirectamente a través del arte musical que Hermes enseñó a Pan y que este transmitió a su hijo Sileno, maestro de Dionisio.

Observamos también que los relatos otorgan al sonido de la flauta capacidades mágicas y de influencia sobre los estados de ánimo y reacciones de personas y animales: Dionisio convierte remos en serpientes y marineros en delfines con la flauta, Pan propicia la fertilidad de los campos y de los rebaños con la siringa… A través de las flautas el mito relaciona constantemente la música con otras materias como la navegación, la agricultura o la ganadería. Este hecho concuerda con la concepción que tenían los griegos de la música conectada con otras ciencias, formando un todo que se regía por la armonía.

Otra característica del mito es que atribuye constantemente a las flautas la capacidad de encantamiento. Dionisio acompaña su música con la danza, que simboliza las fuerzas primigenias puestas en movimiento gracias al potencial del sonido. Marsias comparte la capacidad de encantar de Orfeo, y conduce con la siringa los rebaños según la voluntad del pastor.

Las capacidades mágicas de la música entroncan con el don de la profecía que ostentaban algunas de las divinidades portadoras de instrumentos: Pan, Sileno… La sabiduría y la conexión con los dioses era también característica de algunos músicos, sobretodo de los aedos. No es de extrañar que Támiris, maestro de Homero, el aedo homérico Demódocos y el propio Homero se nos presenten a menudo privados de la visión, siendo la ceguera símbolo de inspiración divina.

NOTAS

  1. Cuando decimos flauta nos referimos al aulós. No confundir con la flauta de Pan o siringa, o con otros tipos de flautas traveseras primitivas.
  2. Aristóteles, La Política.
  3. Grimal, Diccionario de Mitología Griega y Romana.
  4. Píndaro, Odas Píticas, XII. Es la oda dedicada a Midas de Agrientos, virtuoso del aulós y vencedor con este instrumento en una competición artística.
  5. Los sátiros y los silenos eran divinidades menores de las montañas que encarnaban la sexualidad y los instintos primitivos del hombre.
  6. Podríamos interpretar este duelo mítico entre el aulós y la lyra como uno de los precedentes de lo que después sería un conflicto real dentro de la estética musical en la antigua Grecia.
  7. Ovidio, Metamorfosis, VI.
  8. Insistimos, el aulós.
  9. El conflicto estético musical que suponía la oposición lyraaulós se había iniciado míticamente con la competición entre Marsias y Apolo y se puede ver también reflejado en los diferentes caracteres de Dionisio y Orfeo.
  10. Eurípides, Las Bacantes.
  11. Himnos homéricos, VII.
  12. Inventor mítico de la lira.
  13. Región del centro del Peloponeso.
  14. Nombre romano de las bacantes griegas.
  15. Pan es según este mito el creador del “pánico” o del “miedo pánico”.
  16. Esquilo, Agamenón, 56.
  17. Ovidio, Metamorfosis.
  18. Ovidio, Metamorfosis.
  19. Longo de Lesbos, Dafnis y Cloe, IV, 15.
  20. Grimal, Diccionario de Mitología Griega y Romana.
  21. Flautista
  22. Virgilio, Bucólicas, Égloga I.

BIBLIOGRAFÍA

AAVV, Euterpe. La música en la antigua Grecia, Servicio Editorial Universidad del País Vasco, Bilbao, sin fecha.

Aristóteles, La Política, trad. castellana, ed. Gredos, Biblioteca Clásica, Madrid, 1988.

Bonnefoy, Ives, Diccionario de las mitologías, vol. 2, Grecia, ed. Destino, Barcelona, 1996.

Esquilo, Agamenón, trad. castellana, ed. Gredos, Biblioteca Clásica, Madrid, 1988

Eurípides, Les bacants, trad. catalana, Clàssics Curial, Barcelona, 1990.

Eurípides, Alcestes, trad. catalana, Clàssics Curial, Barcelona, 1990.

Fubini, Enrico, La estética musical desde la Antigüedad hasta el siglo XX, ed. Alianza, Madrid, 1999.

García Gual, Carlos, Diccionario de Mitos, ed. Planeta, Barcelona, 1997.

Graves, Robert, Los mitos griegos, ed. Alianza, Madrid, 1985.

Grimal, P., Diccionario de Mitología griega y romana, ed. Paidos, Barcelona, 2001.

Hesíodo, Teogonía, trad. castellana, ed. Alianza, Madrid, 2000.

Homero, Ilíada, trad. castellana, ed. Aguilar, col. Crisol, Madrid, 1966.

Homero, Odisea, trad. castellana, ed. Aguilar, col. Crisol, Madrid, 1966.

Himnos homéricos, trad. castellana, ed. Gredos, Biblioteca Clásica, Madrid, 1984.

Longo de Lesbos, Dafnis y Cloe, trad. castellana, ed. Alianza, Madrid, 1986.

Mila, Massimo, Historia de la Música, ed. Bruguera, Barcelona, 1985.

Ovidio, Metamorfosis, trad. castellana, ed. Espasa, col. Austral, Madrid, 2001.

Píndaro, Odas Píticas, trad. castellana, ed. Gredos, Biblioteca Clásica, Madrid, 1985.

Platón, El Banquete, trad. castellana, ed. Labor, Barcelona, 1988.

Platón, La República, trad. castellana, ed. Edicomunicación, Barcelona, 1993.

Seudo Plutarco, De la Musique, trad. francesa, Olten, Lausanne, Graf Verlag, 1954.

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